Constantino y evangelios gnósticos
por Pablo Santomauro
Preguntas recibidas
1) ¿Por qué lo Evangelios Gnósticos no fueron incluidos en el Canon bíblico?
2) ¿Supervisó Constantino la formación y el contenido de la Biblia?
Existen decenas de evangelios apócrifos, incluyendo los evangelios gnósticos, que fueron escritos muchas décadas y hasta siglos después de los hechos, , cuando todos los testigos de la vida y ministerio de Jesús ya eran prácticamente fósiles.
¿Que creían los gnósticos? La palabra griega gnosis significa «entendimiento». En el contexto del gnosticismo, «entendimiento» se refiere al entendimiento esotérico dado por revelación divina. Aunque hay variaciones entre las mitologías gnósticas, ellas tienen muchos elementos básicos en común. Por ejemplo, en estas mitologías se explica que la chispa divina empieza con la existencia del dios incognoscible e inefable. De la esencia o ser de este dios emanaron o se originaron otros dioses. Estos dioses menores se llaman eones, y junto con el dios incognoscible constituyen el ámbito de la plenitud divina, el pleroma. Estos seres divinos consisten sólo de espíritu, no poseen materia. La materia, de acuerdo a estas creencias, es mala y sólo lo que es espíritu es bueno. Los gnósticos “cristianos” creían que Jesús era un mensajero celestial, un eón que fue enviado desde el Padre, el dios incognoscible, para dar a los escogidos una experiencia y entendimiento místico. Este entendimiento causaba un gran despertar que les ayudaba a avanzar a su destino espiritual.
Muchos piensan que los escritos gnósticos fueron aceptados por la iglesia primitiva, pero no son parte del Canon del Nuevo Testamento porque a la iglesia católica (o al emperador Constantino, según qué versión) no le convino incluirlos. ¿Es ésta la verdadera razón por la cual no tenemos el Evangelio de Tomás y otros evangelios gnósticos en nuestra Biblia? ¡No! Eruditos del Nuevo Testamento explican que hubo tres requisitos que la iglesia primitiva decidió exigir para determinar cuáles libros eran divinamente inspirados y debían ser incluidos en el Canon de las Sagradas Escrituras. Cito ahora del Dr. Miguel Endara:
1. Autoridad apostólica – el libro tuvo que haber sido escrito por un apóstol o por un discípulo de los apóstoles.
2. Regla de fe – las enseñanzas del libro tendrían que ser coherentes con lo que dice el Antiguo Testamento y con la tradición oral de Jesús y de sus discípulos.
3. Aceptación y uso universal, o casi universal en las iglesias – el libro tenía que ser reconocido como inspirado por las iglesias primitivas y por esta razón debería tener uso continuo y universal, o casi universal.
Veamos si los libros gnósticos cuentan con estos requisitos:
1. Autoridad apostólica – los libros gnósticos no fueron escritos hasta después de la mitad del segundo siglo. Esto quiere decir que fueron escritos por lo menos cien años después de la muerte y resurrección de Jesús, cuando los apóstoles y sus discípulos ya habían muerto. En este caso es imposible tener autoridad apostólica.
2. Regla de fe – las enseñanzas gnósticas no eran coherentes con las enseñanzas del Antiguo Testamento, ni con la tradición oral de las enseñanzas de Jesús y sus discípulos.
3. Aceptación y uso universal, o casi universal en las iglesias – no hay escritos ni ninguna evidencia de que los libros gnósticos fueron aceptados en una manera continua, universal, o casi universal en las iglesias. Al contrario, estos libros fueron casi universalmente rechazados por todas la iglesias primitivas. (Miguel Endara, El Código Da Vinci y el Cristianismo, Apología Cristiana, Mayo-Agosto 2006, Centro de Investigaciones Religiosas, Montebello, EEUU)
Como vemos, las razones por las cuales estos evangelios nunca fueron aceptados son bien claras, y ni los cristianos ni ninguna iglesia trataron jamás de ocultarlas. A lo sumo se conocen alrededor de 50 evangelios no canónicos atribuidos a otros apóstoles pero todos carecen de la histórica «cadena de evidencia» legítima y/o reclamaban algo completamente contrario a lo que los evangelios ya aceptados postulaban. Esto es algo conocido por los eruditos cristianos ortodoxos, liberales y sin ninguna inclinación religiosa. Cuando algo es aceptado universalmente tanto por los académicos cristianos como los que niegan la inspiración divina de la Biblia, la experiencia determina que es verdad.
La mayoría de estos evangelios son sólo conocidos por su nombre, no existiendo ningún manuscrito o fragmento de manuscrito en la actualidad. Se les conoce porque algunos de sus pasajes fueron citados aisladamente por ciertos escritores cristianos de la antigüedad. Nunca fueron aceptados por la iglesia y nunca fueron ocultados por ninguna logia secreta. La mayoría de estos textos ni siquiera armonizan con el período histórico de la vida de Jesús. Si un evangelio narrara que los discípulos de Jesús descendieron al pueblo a buscar alimentos y regresaron con la especial de 12 piezas del Pollo Loco y 2 botellas de Coca Cola grande, inmediatamente el lector se percataría del fraude de la descripción. El Evangelio de Bernabé, por ejemplo, contiene anacronismos tales como la referencia a 1) cascos de vino de madera en lugar de odres (una costumbre que comenzó siglos más adelante), 2) una descripción de un procedimiento legal en un tribunal de leyes medieval y 3) una referencia a un jubileo cada 100 años en lugar de 50, algo que la iglesia católica promulgó en 1343 durante el papado de Bonifacio. Es obvio que el Evangelio de Bernabé no fue escrito antes del siglo 14.
El Evangelio de los Ebionitas dice que Juan el Bautista no comía miel y langostas, sino solamente miel. Los ebionitas eran vegetarianos y por supuesto no iban a permitir que la verdad interfiriera con sus hábitos alimenticios. El Evangelio de Pedro culpa a los judíos solamente por la muerte de Jesús y exonera completamente a los romanos. ¡Caramba! Parece que Pedro desarrolló un saludable antisemitismo en pocos años. En el Evangelio de Tomás, de corte gnóstico, Jesús dice en el versículo 114, hablando de María de Magdala, que él la hará «un espíritu viviente que se parezca a vosotros, varones. Porque cada mujer que se haga a sí misma varón entrará en el reino de los cielos”. Esto está en directa oposición a las enseñanzas de Jesús. ¡Qué pena! Parece que los gnósticos eran machistas.
Ahora ya sabemos por qué los evangelios gnósticos, y otros, no se consideration inspirados por Dios y por ende no fueron incluidos en la Biblia.
¿Supervisó Constantino la formación y el contenido de la Biblia?
Según algunos críticos, fue el emperador Constantino quien impuso cuáles libros deberían ser incluidos en la Biblia durante y a partir del Concilio de Nicea (325 d.C.), y en ese proceso se eliminaron los evangelios gnósticos. Esta idea no tiene ninguna base histórica ya que el Concilio nunca trató con el tema del Canon. El Concilio fue convocado para tratar la propuesta de Arrio de Alejandría, quien enseñaba que Jesús era un ser creado inferior a Dios – la documentación que poseemos en la actualidad sobre el Concilio de Nicea es aplastante al respecto, el Canon bíblico nunca fue discutido. ¿Por qué no? Porque el Canon ya había sido prácticamente grabado en piedra cientos de años antes.
Los cuatro Evangelios ya habían sido aceptados por los cristianos 200 años antes como lo documentan Justino Mártir e Ireneo en la mitad del segundo siglo. Las cartas de Pablo ya circulaban en todas las iglesias durante vida de éste y eran consideradas autoritativas como Palabra de Dios (2 P. 3:16; 1 Co. 14:37; 1 Ts. 2:13). Pedro reconoce las cartas de Pablo como autoritativas, y recordemos que Pablo escribió virtualmente la mitad del Nuevo Testamento. Por otra parte, el Evangelio de Lucas fue escrito sólo tres años antes que la Primera Carta de Pablo a Timoteo (Lucas fue escrito ca. 60 d.C. y 1 Timoteo ca. 63 d.C.), sin embargo, Pablo no vacila en colocar el Evangelio de Lucas en el mismo nivel de autoridad que el libro de Deuteronomio (del Antiguo Testamento). Para que el lector visualize la fuerza impactante de esto último consideramos propio citar las palabras de Pablo:
“Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario ”. (1 Timoteo 5:18).
La referencia al «buey que trilla» es tomada de Dt. 25:4. Deuteronomio era considerado autoritativo por los judíos y cristianos (parte del Canon). La referencia al obrero «digno de su salario» es citada por Pablo del Evangelio de Lucas, 10:7. Se encuentra también en Mateo 10:10.
En el primer siglo no era nada fuera de lo normal que un pasaje del Antiguo Testamento fuera llamado «Escritura», pero que un pasaje de un evangelio fuera llamado «Escritura», eso nos dice mucho acerca de que Pablo consideraba esos libros del Nuevo Testamento con autoridad divina. Esto es suficiente para mostrar que los evangelios canónicos ya eran considerados normativos o parte del Canon bíblico 260 años antes del Concilio de Nicea. Como ya hemos visto, uno de los requisitos para determinar cuáles libros son inspirados por Dios y por ende parte del Canon, es la confirmación de que los libros fueran aceptados y leídos por las iglesias como la Palabra de Dios, y por cierto que los cuatro evangelios llenaban esas condición.
El proceso de canonización del Nuevo Testamento no fue caprichoso, sino el resultado de selecciones cuidadosamente estudiadas durante el paso del tiempo por eruditos brillantes de la historia, quienes tomaron como norma los requisitos ya explicados anteriormente. Algunos cristianos lo ponen en forma sucinta: «El Canon fue fijado por Dios (referencia a la inspiración divina de los libros) y reconocido por los cristianos». Sucesivas votaciones en los cónclaves de la iglesia no hicieron más que ratificar el consenso universal. Aclaramos que hoy en día, cuando hablamos del Canon de la Escritura, los cristianos nos referimos a todos los libros que colectivamente constituyen la Palabra de Dios. Se exceptúan, por supuesto, ,los libros apócrifos agregados al Antiguo Testamento por la iglesia católica a partir del siglo 16.
Es cierto que algunos libros demoraron más que otros en ser reconocidos como de inspiración divina, pero luego de ser sometidos a exámenes rigurosos fueron finalmente confirmados en el Canon. Los libros que fueron en principio puestos en duda fueron: Hebreos, Santiago, 2 Pedro, 2 y 3 de Juan, Judas y Apocalipsis. El Dr. Ron Rhodes explica brevemente cómo estos libros zanjaron en última instancia las dudas planteadas respecto a ellos:
Hebreos fue puesto en duda porque se desconocía el autor. Eventualmente, llego a ser reconocido con autoridad apostólica. Uno de los exámenes que se le imponía a los libros era confirmación de que había sido escrito por un hombre de Dios, profeta o apóstol.
Santiago fue puesto en duda por el conflicto aparente con los escritos de Pablo sobre salvación por fe solamente. El conflicto fue resuelto cuando se llegó a reconocer que las obras de las que hablaba Santiago eran una referencia al resultado o consecuencia inevitable de la fe genuina.
2 de Pedro se cuestionó porque el estilo difiere de 1 Pedro. Se vio luego de que Pedro usa un escriba para escribir 1 Pedro (ver 1 Pe.5:12). La diferencia de estilos no es problema.
2 y 3 de Pedro fueron puestos en tela de juicio porque el autor de estos libros se llama a si mismo «anciano» y no «apóstol». Sin embargo, luego se vio que Pedro (un apóstol) también se llama a sí mismo «anciano» en 1 Pe. 5:1 — Es claro entonces que una misma persona puede ser un anciano y un apóstol al mismo tiempo, en aquella época por supuesto.
Judas fue puesto en duda porque tiene referencias a 2 libros que no eran canónicos — El libro de Enoc y La Asunción de Moises —- Esta objeción fue salvada porque se notó que aun Pablo citaba a poetas paganos (ver Hechos 17:28 y Tito 1:12). Sumado a esto, el libro de Judas tuvo aceptación entre los creyentes de la iglesia primitiva (otro examen o «test» que la iglesia usó para canonizar los libros — reconocimiento entre la gente de Dios).
Apocalipsis fue dudado porque enseña un reinado de Cristo de mil años. En la época existía una secta que enseñaba lo mismo, por eso se concluyó que Apocalipsis no era Escritura. Sin embargo, debido a que muchos padres de la Iglesia creían en un reinado de un milenio, esta objeción fue finalmente retirada. (Ron Rhodes, The Complete Book of Bible Answers, pp. 29-30)
Conclusión: Afirmar que Constantino tuvo algo que ver con el establecimiento del Canon es una proposición intelectualmente deshonesta. <>
*Este artículo fue publicado en este blog con el permiso del apologista Pablo Santomauro.
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