
María unge a Jesús
Por Zobeida Brito
(Juan 12:1-8) «Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos. 2 Y le hicieron allí una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él. 3 Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume. 4 Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar: 5 ¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres? 6 Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella. 7 Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto. 8 Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis.»
Queridos hermanos(as): Este relato bíblico ocurrido en la casa de Lázaro de Marta y María, nos muestra el cuadro de una familia llena de gratitud de amor para Jesús su maestro y amigo. De pronto María Tomó el perfume de nardo puro de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos, y la casa se llenó del olor del perfume.
Mientras yo leía la historia recordé que la primavera comenzó hace solo unos días y cuando salgo al jardín siento la fragancia dulzona de las flores del limonero del árbol de mandarinas y de toronjas, la fragancia se esparce llenando todo el lugar. Aquella mujer no escatimó el frotar con sus cabellos los pies de Jesús en un acto de humildad se postró y con sus cabellos los enjugó.
Estamos en La semana Santa, o semana en que se celebra la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Ya se están preparando con antemano distintas celebraciones, pero para algunos, Cristo en esos días está muerto. Recordemos querido lector las palabras pronunciadas por el mismo Señor en Juan 11:25:
(Juan 11:25) «Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26 Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?»
Es tiempo de celebrar a Cristo en nuestras vidas, y con agradecimiento por todo lo que Ud. y yo hemos recibido como un regalo de Dios nuestra salvación, y la vida eterna. Nosotros no podemos ungir los pies del Señor con perfume de nardo, pero podemos postrarnos ante su majestad con un corazón lleno de gratitud y de adoración por todos los beneficios recibidos por su sacrificio en la cruz del calvario. Deje que la fragancia de su alabanza suba como un olor suave a la Presencia de Dios nuestro Señor y Salvador.
Que Dios los bendiga.
*Todo Texto Bíblico sin otra indicación, ha sido tomado de la Santa Biblia, Reina Valera 1960.