¿Serán aniquilados los injustos luego de la resurrección?
Por Pablo Santomauro
Señor Santomauro:
He venido leyendo sus notas en contra de la doctrina de la aniquilación de los no creyentes y me permito disentir con usted. “Vida eterna” significa inmortalidad física o existencia sin fin. Desde que solamente los justos reciben “vida eterna” en la resurrección, se desprende lógicamente que los injustos deben recibir o pasar a un estado de inexistencia, de lo contrario ellos también recibirían vida eterna.
Respuesta:
Su error consiste en pensar que “vida eterna” e “inmortalidad” son sinónimos. Un error muy común en círculos teológicos consiste en pensar que “vida eterna” significa existencia sin fin sólo después de la resurrección. Deseo poner a sus consideración los siguientes puntos:
1) La frase “vida eterna” usada en la literatura griega extra bíblica significa una calidad de vida sin fin, la cual los justos disfrutan en el presente y más allá de la muerte física. Se refiere a la vida de plenitud, gozo y paz.
2) La frase “vida eterna” en la literatura rabínica se refiere a una calidad de vida sin fin, la cual los justos reciben en el presente y en el más allá.
3) En el momento del nuevo nacimiento (regeneración), la persona recibe “vida eterna” como una posesión actual (presente) (Jn. 3:15, 16, 36; 5:24; 6:47, 54; 10:28; 1 Jn. 5:13,14, etc). La idea debe ser entendida no como una vida de duración eterna, no en un sentido cuantitativo, sino como la experiencia de una vida sin fin abundante cualitativamente, una vida de gozo y satisfacción. El significado primario de la frase bíblica no está en la duración de esa vida, sino en la calidad de esa vida.
4) La tradición rabínica hablaba del impío como “muerto”, aun cuando todavía estaban vivos en este mundo, y se hablaba de los justos como poseedores de la “vida de Dios”. En el NT Jesús y sus apóstoles continuaron la tradición rabínica llamándole “muertos” a los incrédulos, y describiendo a los creyentes como recibiendo “vida” en el momento de la regeneración.
Es obvio entonces que “vida” no se refiere a “existencia”, ni “muerte” se refiere a “inexistencia”.
Los inconversos están “muertos” aun viviendo en este mundo. Los salvos o creyentes comienzan a existir cuando son regenerados (nacen de nuevo). Por lo tanto “vida eterna” debe ser entendida como una calidad o categoría de vida, no solamente como una extensión de la existencia.
En verdad, Jesús vino a darnos “vida en abundancia” (Jn. 10:10). La vida que recibimos en el momento de creer no es una experiencia temporaria, sino eterna: “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.” (1 Jn. 5:11,12)
Por lo anterior deducimos que la vida eterna comienza en el momento que la persona cree en Jesucristo como Señor y Salvador, no luego de la resurrección. Esto anula completamente su argumento, que dicho sea de paso tiene origen en el clásico erudito adventista Leroy Froom. Este argumentaba igual que usted:
Premisa 1: Vida eterna significa existencia sin fin luego de la resurrección.
Premisa 2: Sólo los que creen en Cristo reciben vida eterna.
Conclusión: Sólo los creyentes vivirán para siempre. Los injustos pasarán a la inexistencia.
El error está en la primera premisa. “Vida eterna” no es un concepto cuantitativo referente a vida física sin fin luego de la resurrección, sino un concepto de vida cualitativo y sin fin que se recibe cuando la persona nace de nuevo (regeneración).
La segunda falacia que Froom comete es la llamada quaternis terminorum (de los cuatro terminus: la frase “vida eterna en la segunda premisa no tiene el mismo sentido o definición que en la primer premisa.
El argumento no sólo es inválido exegéticamente sino también lógicamente. <>
Pablo Santomauro
*Este artículo fue publicado en este blog con el permiso del apologista Pablo Santomauro.